Varios son los caminos que permiten atravesar la Sierra Calderona de sur a norte, hacia el valle del Palancia, por donde discurre el camino de Sagunto a Aragón. Si partiéramos de la zona de huerta más próxima al mar, tendríamos varias posibilidades de cruzarla. Desde el sitio de El Puig, podríamos utilizar un camino carretero que remonta el barranco del mismo nombre y su afluente de la Calderona, hasta el valle de Toliu. Una vez allí, se llegaría a Gilet descendiendo por el margen del barranco de la Maladitxa. Otra opción desde ese valle sería enlazar con el camino de la Comediana, que pasa muy cerca, al otro lado del barranco del Xocainet. Este sendero de herradura parte de Rafelbunyol y remonta los barrancos de Cabeç Bord y de la Comediana. Al llegar al valle homónimo se divide en dos ramales. El primero pasa un collado, entre la Mola de Segart y el pico del Águila, y por la fuente del Campaner llega a Segart, desde donde sigue el barranco en descenso hasta Albalat. Un segundo ramal va junto al barranco del Salt y, tras cruzar el camino de Náquera a Segart, llega bajo las estribaciones del castillo de Serra. Tras rodear el Alto del Pino, se acerca a la fuente del Barraix, desde donde baja hasta el Palancia por el castro de Beselga.
|
Paso de la Comediana, bajo la Mola de Segart (foto por PCA (c)) |
Si partiéramos desde Bétera, podríamos elegir entre dos caminos muy transitados. Uno de ellos, el conocido como Paso de Alcalá, cruza el barranco del Carraixet y busca su afluente, el de Náquera, que también atraviesa, hasta llegar a la alquería de Serra. Desde allí, continúa hacia el norte para buscar el collado del Oronet, bajo el monte Sierro, donde hay una torre de vigilancia. Tras un prolongado descenso, finaliza en Torres Torres. El otro posible camino, también carretero, permite el acceso al fértil valle de Lullén, desde donde asciende junto a la alquería fortificada de La Pobleta, hasta alcanzar el conocido como collado de la Morería. Una vez allí, el camino de Serra a Gátova, que cruza longitudinalmente la sierra, nos acerca a las Peñas Blancas, a cuyos pies, una legua más allá, conecta con otro por la derecha, que desciende hacia el barranco del Juncar, cerca de la población de Algar. Por último, podríamos utilizar el camino más occidental de la sierra, también carretero, el cual, desde la alquería de Pardines, remonta el barranco de Carraixet en sentido norte hasta la alquería de Gátova, donde giraríamos hacia el nordeste por el paso de Segorbe hasta esta villa.
Seleccionar la ruta más conveniente para mi travesía de la Calderona fue durante un tiempo mi principal obsesión. Sin embargo, cuando planificaba este viaje, llegué a la conclusión de que debía tomar una decisión previa: dónde vadear el río Palancia. Tenía claro que debía evitar las plazas que, como Segorbe, Torres Torres, Albalat o Gilet, están controladas por las tropas aragonesas. De este modo, descarté el camino de Toliu, el de la Comediana y el de Alcalá, al igual que el de Gátova a Segorbe. Asimismo, consideré conveniente eludir la vigilancia que se hace de las rutas más transitadas, como ocurre en La Pobleta, y en el Oronet, ya que no estaba seguro de quién habitaba actualmente ambas torres.
|
Camino de Serra a Gátova, junto a la Peñas Blancas (foto por PCA (c)) |
De todos los lugares posibles, me pareció finalmente que Algar era el punto más acertado. Por allí, el río pasa canalizado. El cauce sólo transporta el sobrante de la acequia y, por ese motivo, se forma allí un vado poco profundo. Está controlado por un castro rodeado de tierras de labor, cuya torre puede ser evitada dando un rodeo. Las familias musulmanas de la zona habitan en cuevas horadadas bajo los cinglos que se levantan sobre el mismo río y los barrancos adyacentes. Si soy capaz de hacerme pasar por uno de aquellos labradores, mi tránsito por aquellas huertas no levantará sospechas.
En consecuencia, mi propósito es llegar a Algar. Ayer, antes de partir de Benaguacil, mi primo Abdullah me aconsejó sobre la ruta: "Siguiendo el barranco del Carraixet, llegarás a la alquería de Pardines, donde un musulmán en tránsito por la sierra puede encontrar alojamiento sin problemas. Desde allí, toma el camino del castillo. Al llegar a un collado, dejando el castillo a la izquierda, continúa por el sendero que, a media ladera, remonta el barranco de la Hoya. Casi en su cabecera, encontrarás una alquería modesta pero hospitalaria. Si en el camino alguien te pregunta, cuéntale que llevas provisiones a sus habitantes. El valle tiene salida por el norte, hacia las Peñas Blancas. Junto a estas cumbres, desciende el camino que acaba en Árguinas, un parador del camino a Teruel, ya muy cerca de Algar."
Así pues, tras cargar mi mulo con víveres, he salido de Pardines esta mañana por el camino que trepa hacia el castillo de Olocau. La pendiente en esta zona es importante pero se trataba del primer esfuerzo del día y he culminado el repecho con ganas. Hacía frío y la niebla cubría completamente los montes. Por eso, apenas se veía el castillo desde el mismo collado, donde un centinela me ha dado el alto.
|
Castillo de al-Uqab u Olocau (foto por PCA (c)) |
- ¡Nombre y destino!
- Ahmad Abenamir. Llevo provisiones a la alquería de la Hoya.
- Vacía las alforjas. Valoraré la carga que llevas para establecer el importe del peaje.
- ¿El peaje? Pero si voy de parte de Balayta que...
- No discutas. No hay excepciones. Todo el mundo debe pagar, si quiere pasar.
Es humillante para cualquier viajero ser obligado a vaciar su equipaje y mostrar todo lo que lleva encima. Pero si lo ordena alguien con un arma en la mano, no es posible negarse. ¡Cincuenta sueldos de peaje he debido pagar por pasar el collado! El centinela no me ha dado opción al regateo. ¡Pero si en Mislata compré el animal por treinta! A punto estuve de regalarle el mulo y la carga. Ni mi primo Abdullah, ni tampoco Azmet Balayta, en cuya casa me hospedé anoche, me advirtieron de este control. Es posible que desconocieran su existencia, si no utilizan este paso desde hace tiempo. Aunque lo más probable es que todo esto haya sido tramado por el mismo centinela para su propio beneficio. Tras volver a llenar las alforjas, he continuado mi camino con la sensación de haber sido robado. En ese momento, ha comenzado a llover.
|
Alquería de la Hoya (foto por PCA (c)) |
La senda que sigue tras el collado se interna en la masa boscosa de la sierra, en ligero descenso, sobre el estrecho cañón del barranco de la Hoya. Tras atravesar un pequeño hombro del terreno, el valle se abre y ya puede verse la alquería bien orientada al sur, constituida por varios corrales y casas de piedra que se recogen alrededor de una modesta torre de vigilancia. El lugar, habitado por trece familias, se encuentra rodeado de campos de cultivo en terrazas abancaladas a distintos niveles. Olivos, almendros y algarrobos, y también hortalizas y frutales, principalmente cerezos e higueras, colman la fértil hoya que da nombre al barranco.
Tras cruzar el cauce, que siempre lleva caudal, he seguido la senda que serpentea en ascenso entre grandes agaves hacia los primeros edificios. Cuando aún me encontraba a cien pasos, un hombre ha salido a recibirme al camino. Desde el castillo, la alquería había sido avisada de mi llegada mediante señales luminosas y estaba prevenida. En verdad son hospitalarios estos musulmanes de la sierra. Me han obsequiado con un almuerzo y me han invitado a pasar el viernes con ellos. Casi era mediodía y, si continuaba la ruta, me encontraría en el monte, solo, a la hora de la oración. El rezo del viernes debe practicarse en comunidad, en la mezquita. Y el baño, es mejor caliente y a cubierto de la llovizna.