Tras la conquista cristiana de Valencia, las sierras del reino llegaron a estar muy pobladas. Mientras que los cristianos viejos procedentes del norte iban progresivamente repoblando la llanura litoral y los valles, los musulmanes valencianos se vieron relegados a las zonas más aisladas y montañosas. De este modo, a lugares como la Mola de Cortes, la Sierra de Martés y los valles de Laguar, Gallinera y Alcalá, se trasladaron miles de familias. En aquellos reductos pudieron mantener viva su cultura, sus leyes y la práctica de su religión. Allí surgieron líderes locales, como al-Azraq, que lucharon por la independencia de sus territorios, quedando organizados como nuevos reinos de taifas dentro del territorio recién conquistado para Aragón.
Eslida, bajo el Puntal del Aljibe, desde el camino que viene de Veo (foto por PCA (c)) |
Un paseo por sus tortuosas calles nos permite observar cómo las viviendas se organizaban, bien orientadas hacia el sur, adaptándose a la orografía del terreno. Para su construcción, se utilizaban bloques de piedra rodeno, tan habitual en la sierra, y también muros de tapial. La típica casa musulmana tenía una estancia que hacía las veces de cocina y comedor, a través de la cual se pasaba a un patio trasero con corral para los animales. En los pisos superiores se ubicaban las habitaciones y la despensa. En los lugares elevados, todavía perduran las amplias explanadas que eran utilizadas como eras. El perímetro de estas plazas estaba despejado para permitir el aventado del cereal, salvo en un lado donde se construían almacenes para los sacos y las herramientas.
Acueducto y molino junto al barranco de la Caridad, en el camino de Aín a Almedíjar (foto por María Sánchez Poveda) |
A medida que pasaron los años, la presión demográfica modificó particularmente y de forma importante el relieve. El bosque primitivo fue sustituido por terrazas abancaladas para el cultivo de cereal, algarrobo, almendro y olivo. Fue una forma de conseguir terreno cultivable dentro de un territorio eminentemente montañoso. Así encontró Ahmad aquellas laderas, donde apenas unas pocas masas arbóreas fueron respetadas como reserva para la caza y la silvicultura. Nada que ver con la sierra que conocemos hoy en día, cubierta por un gran bosque donde el alcornoque domina sobre las otras especies. Pero, si nos fijamos bien, todavía hoy pueden verse en las escarpadas crestas restos de aquellas prácticas. Durante los siglos XIV y XV, se fue agravando progresivamente esta situación, producida por la superpoblación de aquellos montes, y llegaron a escasear los recursos naturales, como pastos para el ganado, madera para la construcción o alimento para sus habitantes.
Terrazas abancaladas para el cultivo de olivos en el camino de Algimia de Almonacid a Villamalur (foto por PCA (c)) |
- El más oriental, carretero, es el camino de Alfondeguilla a Artana por el collado de la Mina de Artana, que debe su nombre a las minas de hierro de la zona, que fueron explotadas ya por los dominadores romanos. Desde el llano de Uixò, también puede llegarse a Artana, pues junto a la fuente del Anogueret parte un sendero de herradura que sube hasta La Ereta, donde enlaza con el camino anterior cerca del collado.
- El camino de Alfondeguilla a Eslida coincide en los primeros kilómetros con el que va a Artana. Se desvia después hacia poniente y se transforma en un sendero de herradura que remonta el barranco de Eslida, bajo el castillo de Castro. Atraviesa la sierra por el Coll Roig, un paso en forma de "V" que permite finalmente llegar a Eslida.
- El camino de Chóvar a Aín, también de herradura, asciende hacia la cresta de la sierra, entre el Puntal del Aljibe y el pico Bellota, y busca el collado de Barres desde donde desciende hasta el barranco de la Caridad. Desde Eslida también puede alcanzarse este paso, remontando el barranco de Loret.
- Otro sendero de herradura, de bella factura, remonta la rambla de Almedíjar desde esta población, y tras el collado de Ibola desciende hasta Aín después de pasar junto al castillo de Benali. El resto de caminos mantienen en ancho para carros y son:
- El camino de Almonacir a Villamalur, que comienza en la fuente de Donace, en Algimia, y tiene su paso muy cerca del pico Rápita, la mayor altura de la sierra.
- El camino de Matet a Torralba del Pinar, que alcanza el paso del Alto de San Cristobal antes de llegar a su destino.
- Los caminos a Cirat desde Higueras y Caudiel, que atraviesan el camino de Torralba a Montán cerca del Mas de Bagán.
- Y, por último, la hoy carretera de Caudiel a Montán, que atraviesa el collado de Arenillas, bajo el Alto de las Palomas.
Veo, bajo el pico Espadán, en una panorámica desde el camino a Eslida (foto por PCA (c)) |
- la senda a Aín, a donde se llega después de atravesar un pequeño collado, por el mismo camino que viene desde Tales;
- los caminos a Artana, Eslida y Onda, que comparten un tramo en común y se dividen en tres después del corral de la Basseta;
- el sendero a Suera por Benitandús, que atraviesa un paso entre los Órganos y el pico Águilas;
- el camino a Villamalur, que comienza junto al castillo de la Alcudia y llega a su destino tras atravesar los collados de Pedralba y la Buitrera;
- el camino a Matet por el Jinquer, que se cruza con el camino de Almonacir a Villamalur en el collado de Cuatro Caminos;
- y, finalmente, la antigua calzada a Almonacir, convertida actualmente en carretera asfaltada, que atraviesa el llamado paso de la Nevera, bajo el pico Espadán.
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