El 9 de octubre de 1238, Jaime de Aragón entró en la ciudad. Sin aliados en al-Andalus, desde la muerte de ibn Hud, y sin auxilio exterior, a pesar de su solicitud de ayuda al califa de Túnez, el rey Zayyan había rendido la ciudad unas semanas antes, tras cinco meses de asedio, y se retiró a Denia. Dicen que el nuevo rey cristiano ordenó una ocupación pacífica,
respetando a los valencianos, cosa que le honra. A pesar de ello, los saqueos y las violaciones se sucedieron durante semanas y, aunque no fueron toleradas, tampoco fueron castigados los instigadores.
Han pasado ya seis años de aquella aciaga fecha y en este tiempo hemos sufrido muchos cambios. Las 10 mezquitas de la medina han sido consagradas a la advocación de distintos santos para el culto cristiano y, en su mayoría, están siendo reconstruidas. Cada una de ellas es cabeza de una parroquia, la nueva división administrativa de la ciudad. El almuédano ya no llama a la oración desde los alminares. En su lugar, el tañido de las nuevas campanas instaladas en la mezquita aljama, hoy catedral a San Pedro, rige las horas del día. Viviendas, molinos, comercios y heredades pasaron a propiedad del nuevo rey, quien los ha donado de acuerdo a sus compromisos con los nobles y caballeros que le ayudaron y con las órdenes religiosas que le acompañaron. De entre estas últimas, los Hospitalarios han sido los más beneficiados, con la construcción de una orgullosa iglesia de nueva planta, San Juan del Hospital, cerca de la puerta de la Ley, para lo cual, se asolaron varias viviendas. El recinto de la judería, anejo a la misma, ha sido respetado, quedando reservado a la propiedad del rey.
|
San Juan del Hospital, cuya construcción se inició en 1238 (foto por PCA (c)) |
Otros cuatro conventos religiosos están siendo construidos extramuros, en los cuatro puntos cardinales alrededor de la medina, para las órdenes mendicantes que llegaron con Jaime: Predicadores al este, frente a Xarea; Franciscanos al sur, junto al camino de Xàtiva; Mercedarios al oeste, en Boatella; Caballeros Templarios al norte, junto al río. Estos últimos, ocuparon inmediatamente la torre de Alí Bufat con las casas y la fortaleza anejas, donde siempre ondea,
junto a la cruz del Temple, el pendón con las barras de Aragón.
En cuanto a la población autóctona, aquellos que no abandonamos la ciudad ni consentimos el bautismo hemos sido recluidos en un nuevo suburbio extramuros, ubicado junto a la puerta de la Culebra, entre los arrabales de Boatella y Roteros, que recibe el nombre de "morería". Moros, nos llaman ahora; dicen que significa persona de tez morena, pero siempre es pronunciada esta palabra de forma despectiva. Al menos, se nos consiente practicar el rezo en un local que utilizamos de mezquita, leer el Corán, mantener nuestras costumbres y normas regidas por la sunna y la sharia y elegir a nuestras propias autoridades. Quien así lo ha preferido, sigue trabajando sus tierras o mantiene su oficio; pero con una diferencia sustancial: fincas y obradores han pasado a manos de cristianos viejos venidos del norte
. Son aragoneses
, catalanes y navarros, a quienes se les dio la propiedad de todos los bienes conquistados para asegurar así que la riqueza del reino queda en manos pías. Pero, como necesitan mano de obra
, emplean a los musulmanes, sus antiguos propietarios, a quienes arriendan los que fueron sus propios comercios e industrias. Estos "repobladores" se repartieron las antiguas viviendas musulmanas, ocupando en la mayoría de los casos más de una casa por familia. Este flujo migratorio, en busca de una nueva vida
, o más bien esta invasión, no ha cesado desde entonces y la medina se ha quedado pequeña. Por eso, ha comenzado la construcción de nuevos arrabales, como es el caso del barrio de Pescadores al sur, junto al meandro que traza el brazo del río, o el de Villanueva del Mar, que alberga el puerto marítimo.
|
Torre de la muralla árabe integrada en los edificios colindantes, vista desde la calle Tenerías,
una de las que formaron parte de la morería de Valencia (foto por PCA (c)) |
Pero hay algo que no ha cambiado en esta tierra turbulenta: Abu Zayd sigue vivo. En su época de gobernador de Valencia, como todos ya lo sospechábamos, había sometido la taifa a vasallaje de la Corona de Castilla, primero, y de Aragón más tarde, a cambio de prebendas para él y su familia. Escandalizado por ello, Zayyan de Onda, tomó la ciudad en 1229 y lo condenó al exilio. ¡Qué error cometiste, Zayyan! Lo dejaste vivir y se ha convertido en el traidor más grande que ha pisado nuestra tierra. Muy pronto, en nombre de Jaime de Aragón, Abu Zayd conquistó las tierras que riega el río Palancia. Plazas como Bejís, Jérica, Segorbe, Geldo, Torres Torres, Albalat formaron un corredor franco que ha permitido desde entonces el paso de las tropas cristianas desde Teruel hasta el mar. Gracias a ello, Jaime, al regresar de Mallorca, pudo llegar rápidamente a Burriana y tomarla en 1233. Como eslabones de la misma cadena, cayeron después otros castros y villas sin oposición: Peñíscola, Benicarló, Culla, Borriol, Vilafamés, Almazora, Burriana, Castellón; y, más tarde, ya en 1238, Paterna, Bétera, Bufila, El Puig y la misma Valencia.
|
Valle del Palancia, junto a Sot de Ferrer (foto por PCA (c)) |
Durante un tiempo, Abu Zayd ha
recorrido de norte a sur la taifa sin oposición, como un soldado más de Jaime. Conquistador de la Serranía le proclaman, tras tomar Alpuente, Tuéjar, Chelva y Domeño. Señor de Aldaya y Ganadur es su título, otorgado por su rey en pago a sus favores. Vicente Belvis, dicen, se llama ahora, después de haber recibido el bautismo. Un tipo desleal, que ha dado la espalda a sus antiguos súbditos, que reniega de la religión de sus padres y que ha entregado nuestro territorio al enemigo, no se merece otra cosa que la muerte. Esta es la pena, según la sharia, para un apóstata como él.
Y yo, me he ofrecido a ser su verdugo.