Han pasado ya seis años de aquella aciaga fecha y en este tiempo hemos sufrido muchos cambios. Las 10 mezquitas de la medina han sido consagradas a la advocación de distintos santos para el culto cristiano y, en su mayoría, están siendo reconstruidas. Cada una de ellas es cabeza de una parroquia, la nueva división administrativa de la ciudad. El almuédano ya no llama a la oración desde los alminares. En su lugar, el tañido de las nuevas campanas instaladas en la mezquita aljama, hoy catedral a San Pedro, rige las horas del día. Viviendas, molinos, comercios y heredades pasaron a propiedad del nuevo rey, quien los ha donado de acuerdo a sus compromisos con los nobles y caballeros que le ayudaron y con las órdenes religiosas que le acompañaron. De entre estas últimas, los Hospitalarios han sido los más beneficiados, con la construcción de una orgullosa iglesia de nueva planta, San Juan del Hospital, cerca de la puerta de la Ley, para lo cual, se asolaron varias viviendas. El recinto de la judería, anejo a la misma, ha sido respetado, quedando reservado a la propiedad del rey.
San Juan del Hospital, cuya construcción se inició en 1238 (foto por PCA (c)) |
En cuanto a la población autóctona, aquellos que no abandonamos la ciudad ni consentimos el bautismo hemos sido recluidos en un nuevo suburbio extramuros, ubicado junto a la puerta de la Culebra, entre los arrabales de Boatella y Roteros, que recibe el nombre de "morería". Moros, nos llaman ahora; dicen que significa persona de tez morena, pero siempre es pronunciada esta palabra de forma despectiva. Al menos, se nos consiente practicar el rezo en un local que utilizamos de mezquita, leer el Corán, mantener nuestras costumbres y normas regidas por la sunna y la sharia y elegir a nuestras propias autoridades. Quien así lo ha preferido, sigue trabajando sus tierras o mantiene su oficio; pero con una diferencia sustancial: fincas y obradores han pasado a manos de cristianos viejos venidos del norte. Son aragoneses, catalanes y navarros, a quienes se les dio la propiedad de todos los bienes conquistados para asegurar así que la riqueza del reino queda en manos pías. Pero, como necesitan mano de obra, emplean a los musulmanes, sus antiguos propietarios, a quienes arriendan los que fueron sus propios comercios e industrias. Estos "repobladores" se repartieron las antiguas viviendas musulmanas, ocupando en la mayoría de los casos más de una casa por familia. Este flujo migratorio, en busca de una nueva vida, o más bien esta invasión, no ha cesado desde entonces y la medina se ha quedado pequeña. Por eso, ha comenzado la construcción de nuevos arrabales, como es el caso del barrio de Pescadores al sur, junto al meandro que traza el brazo del río, o el de Villanueva del Mar, que alberga el puerto marítimo.
Torre de la muralla árabe integrada en los edificios colindantes, vista desde la calle Tenerías, una de las que formaron parte de la morería de Valencia (foto por PCA (c)) |
Valle del Palancia, junto a Sot de Ferrer (foto por PCA (c)) |
Y yo, me he ofrecido a ser su verdugo.
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